sábado, 28 de febrero de 2009

Rayuela: el famoso Capitulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

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Rayuela
Julio Cortázar

La soledad del hombre junto al hombre

Metiéndose en un zaguán encendió un cigarrillo. Caía la tarde, grupos de muchachas salían de los comercio, necesitadas de reír, de hablar a gritos, de empujarse, de esponjarse en una porosidad de un cuarto de hora antes de recaer en el bistec y la revista semanal. Oliveira siguió andando. Sin necesidad de dramatizar, la más modesta objetividad era una apertura en absurdo de París, de la vida gregaria. Puesto que había pensado en los poetas era fácil acordarse de todos los que habían denunciado la soledad del hombre junto al hombre, la irrisoria comedia de los saludos, el “perdón” al cruzarse en la escalera, el asiento que se cede a las señoras en el metro, la confraternidad en la política y los deportes. Sólo un optimismo biológico y sexual podían disimularse a algunos su insularidad, mal que le pesara a John Donne. Los contactos en la acción y la raza y el oficio y la cama y la cancha, eran contactos de ramas y hojas que se entrecruzan y acarician de árbol a árbol, mientras los troncos alzan desdeñosos sus paralelas inconciliables. “En el fondo podríamos ser como en la superficie” pensó Oliveira, “pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro. Sí, quizá el amor, pero la otherness no dura lo que dura una mujer, y además solamente en lo que toca a esa mujer. En el fondo no hay otherness, apenas la agradable togetherness. Cierto que ya es algo”... Amor, ceremonia ontologizante, dadora de ser. Y por eso se le ocurría ahora lo que a lo mejor debería habérsele ocurrido al principio: sin poseerse no había posesión de la otredad, ¿y quién se poseía de veras? ¿Quién estaba de vuelta en sí mismo, de la soledad absoluta que representa no contar siquiera con la compañía propia, tener que meterse en el cine o en el prostíbulo o en la casa de los amigos o en una profesión absorbente o en el matrimonio para estar por lo menos solo-entre-los-demás? Así, paradójicamente, el colmo de soledad conducía al colmo de gregarismo, a la gran ilusión de la compañía ajena, al hombre solo en la sala de los espejos y los ecos. Pero gentes como él y tantos otros, que se aceptaban a sí mismos (o que se rechazaban pero conociéndose de cerca) entraban en la peor paradoja, la de estar quizá al borde de la otredad y no poder franquearlo. La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde un solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro.



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Rayuela
Julio Cortázar

lunes, 23 de febrero de 2009

La versión de Tomás del eterno retorno


En el universo existe un planeta en el que todas las personas nacerán por segunda vez. Tendrán entonces plena conciencia de la vida que llevaron en la tierra, de todas las experiencias que allí adquirieron.


Y existe quizás otro planeta en el que todos naceremos por tercera vez, con las experiencias de las dos vidas anteriores.

Y quizás existan más y más planetas en los que la humanidad nazca cada vez con un grado más (con una vida más) de madurez.

Claro que nosotros, aquí, en la tierra (en el planeta número uno, en el planeta de la inexperiencia), sólo podemos imaginar muy confusamente lo que le ocurriría al hombre en los siguientes planetas. ¿Sería más sabio? ¿Es acaso la madurez algo que pueda ser alcanzado por el hombre? ¿Puede lograrla mediante la repetición?

Sólo en la perspectiva de esta utopía pueden emplearse con plena justificación los conceptos de pesimismo y optimismo: optimista es aquel que cree que en el planeta número cinco la historia de la humanidad será ya menos sangrienta. Pesimista es aquel que no lo cree.

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Milan Kundera
La insoportable levedad del ser

domingo, 22 de febrero de 2009

La vida es como una obra de teatro



La vida es como una obra de teatro en la cual no existen los ensayos, debemos actuar e improvisar, ni siquiera nos dió tiempo de leer el libreto, tiempo... Y si pudiera? Sería interesante poder detener el tiempo para hacerlo, de la misma manera como podría detenerlo cinco minutos en la mañana para dormir un ratico más, para tomar el autobús de concresa hay que pararse muy temprano...
Bueno no leí el libreto, me dije que iba a leerlo, a leerlo, a leer... a leer qué... terminé leyendo Alicia en el país de las maravillas, al parecer es una actitud recurrente en mí eso de querer hacer algo y terminar haciendo otra cosa, ahora que debo estudiar redes decidí crear un blog.

He escuchado que los astronautas al viajar envejecen rápidamente ¿eso nos pasaría si viajamos en el tiempo? Entoncés perdí mi tiempo cuando me quedé leyendo a Alicia y envejecí más rápidamente ¿si detuve el tiempo cómo pude haberlo perdido? Sólo lo pierdo si lo detengo, si detengo el tiempo para dormir 5 min más, por qué no dormir 5 más... todavía estoy cansado... 5... me está dando hambre... 5... a ver si tengo un buen sueño antes de despertarme... 5... ¿Cuándo nos detenemos sin una codición de parada? Ley de inercia. Lo mejor que podemos hacer es no querer detener el tiempo.

En nuestros sueños se reflejan nuestras preocupaciones, Mr Rogers me dijó que lo que sucede es que empezamos a ver todos nuestros posibles comportamientos, es como un algoritmo de backtracking, por eso es que en ocasiones soñamos algo que después nos sucede. Últimamente me he interesado mucho en darme cuenta de que estoy soñando, una vez que tengo conciencia en el sueño puedo empezar a crear.

La vida es como una obra de teatro, no perdamos el tiempo leyendo el libreto pues la función debe continuar, ensayemos, hagámoslo en los sueños.

Yo quiero un blog!

Es así como un wii o un juguete nuevo que se compró José Rafael en las vacaciones y ahora lo trae al colegio, como buen niño malcriado, yo quiero uno, todos queremos algo. Algunos quieren blackberries, yo quiero un blog y según Hobbes todos queremos poder.