lunes, 11 de mayo de 2009

DEMIAN (Hermann Hesse)

Si, eso lo sé yo, nada hay más difícil de asumir para el hombre que seguir el camino que conduce a sí mismo
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Mi meta no era el placer, sino la pureza; no la felicidad, sino la belleza y el espíritu
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El libertinaje es la mejor preparación para el misticismo. Siempre son hombres como San Agustín los que se convierten en profetas. También él fue antes un disoluto y un hombre de mundo
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Es bueno tener conciencia de que en nosotros hay algo que lo sabe todo
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El pájaro rompe el cascaron. El cascaron es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir el mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas
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Pero había una cosa de la que no era capaz: arrancar el fin vital que se ocultaba oscuramente en mi interior y plasmarlo ante mis ojos, como lo hacían todos aquellos que sabían perfectamente que iban a ser profesor o juez, médico o artista, cuánto tardarían en llagar y qué ventajas tendrían
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Deseaba desesperadamente vivir de una vez algo de la vida, dar algo de mi persona al mundo, entrar en relación y lucha con él
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Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia lo encuentra, no es la casualidad lo que se lo proporciona, sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad lo conducen a ello
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Venga aca -dijo al cabo de un rato-, vamos a filosofar un poco; es decir, vamos a cerrar el pico y a pensar tumbados
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-La adoración del fuego no ha sido la mayor tontería que se ha inventado- murmuró una vez mi acompañante
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Entre las pocas experiencias que he realizado en el camino hacia mi verdadera meta vital se cuenta la contemplación de esas imágenes. La entrega a las formas irracionales, barrocas y extravagantes de la naturaleza produce en nosotros un sentimiento de concordancia entre nuestro interior y la voluntad que las ha producido. Nos sentimos tentados a creerlas caprichos nuestros, creaciones propias; vemos vacilar y disolverse la frontera entre nosotros y la naturaleza, y adquirimos conciencia de un estado de ánimo en el que no sabemos si las imágenes en nuestra retina provienen de impresiones exteriores o interiores. En ningún otro momento descubrimos con tanta facilidad la medida en que somos creadores, en que nuestra alma participa constantemente en la recreación de la vida. Una misma divinidad indivisible actúa en nosotros y en la naturaleza; y si el mundo exterior desapareciera, cualquiera de nosotros seria capaz de reconstruirlo, porque los montes y los ríos, los árboles y las hojas, las raíces y las flores, todo lo creado en la naturaleza, está ya prefigurado en nosotros: proviene del alma, cuya esencia es eterna, y escapa a nuestro conocimiento, pero que se nos hace patente como fuerza amorosa y creadora
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Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad. Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la evolución hasta el pez y aun más allá, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas humanas. Todos los dioses y demonios que han existido, ya sea entre los griegos, chinos o cafres, existen en nosotros como posibilidades, deseos y soluciones. Si el género humano se extinguiera con la sola excepción de un niño medianamente inteligente, sin ninguna educación, este niño volvería a descubrir el curso de todas las cosas y sabría producir de nuevo dioses, demonios, y paraísos, prohibiciones, mandamientos y Viejos y Nuevos Testamentos
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¡Alto! -exclamó violentamente Pistorius-. Hay una gran diferencia entre llevar el mundo en sí mismo y saberlo. Un loco puede tener ideas que recuerden a Platón, y un pequeño y devoto colegial del Instituto de Herrnhut puede recrear las profundas conexiones mitológicas que aparecen en los gnósticos o en Zoroastro. ¡Pero él no lo sabe! Mientras no lo sepa es como un árbol o una piedra; en el mejor de los casos, como un animal. En el momento en que tenga la primera chispa de conciencia, se convertirá en un hombre. ¿No irá usted a creer que todos esos bípedos que andan por la calle son hombres sólo porque anden derechos y lleven a sus crías nueve meses dentro de sí? Muchos de ellos son peces u ovejas, gusanos o ángeles; otros son hormigas, y otros abejas. En cada uno existen las posibilidades de ser hombre; pero sólo cuando las vislumbra, cuando aprende a hacerlas conscientes, por lo menos en parte, estas posibilidades le pertenecen
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Tuve una vez un sueño en el que volaba; pero de manera tal que me sentía lanzado por los aires con un gran impulso, que no controlaba. La sensación de aquel vuelo era grandiosa, pero pronto se convertía en angustia al verme arrebatado hacia alturas peligrosas sin poder evitarlo. Entonces descubrí que podía regular mis subidas y bajadas conteniendo o soltando el aire de los pulmones.
A esto Pistorius dijo:
-El impulso que le hace a usted volar es nuestro patrimonio humano, que todos poseemos. Es el sentimiento de unión con las raíces de toda fuerza. Pero pronto nos asalta el miedo. ¡Es tan peligroso! Por eso la mayoría renuncia gustosamente a volar y prefiere caminar de la mano de los preceptos legales o por la acera. Usted no. Usted sigue volando, como debe ser. Y entonces descubre lo maravilloso; descubre que lentamente se hace dueño de la situación, que a la gran fuerza general que le arrastra corresponde una pequeña fuerza propia, un órgano, un timón. ¡Esto es estupendo! Sin él, uno se perdería sin voluntad por los aires, como hacen por ejemplo los locos. Los locos tienen unas intuiciones más profundas que la gente de la acera, pero no tienen la clave ni el timón y se despeñan en el abismo. Usted, sin embargo, Sinclair, logra bandearse. ¿Y cómo? ¿No lo sabe acaso? Lo hace con un nuevo órgano, con un regulador de la respiración. Y ahora puede usted ver lo poco «personal» que es su alma en el fondo. ¿Por qué no se inventa ese regulador? ¡No es nuevo! Es algo prestado, existe desde hace siglos. Es el órgano del equilibrio en los peces, la vesícula natatoria.
En efecto, existen todavía hoy unas pocas especies raras de peces que usan como pulmón la vesícula natatoria, que en ciertas ocasiones les sirve de verdad para respirar. ¡Justo, pues, el pulmón que usted utilizaba en su sueño!
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Querido Sinclair nuestro dios se llama Abraxas, y es dios y diablo; abarca el mundo oscuro y el claro
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La religión es alma pura, y da lo mismo que uno comulgue con los cristianos o que peregrine en la Meca
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Ya se verá si nosotros, usted y yo somos capaces de renovar el mundo. Pero debemos renovarlo en nosotros mismos día a día, sino nada valemos
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En determinadas circunstancias se puede hasta eso. Pero la mayoría de las veces se trata de un error. Yo no digo que usted haga todo lo que le pase por su mente. No. Pero tampoco debe usted envenenar las ideas, reprimiéndolas y moralizando en torno a ellas, porque tienen su sentido. En vez de clavarse a sí mismo o a otro en una cruz, se puede beber vino de una copa con pensamientos elevados, pensando en el misterio del sacrificio. Se puede también, sin estas ceremonias, tratar los propios instintos, las llamadas tentaciones de la carne, con amor y respeto; entonces nos descubren su sentido porque todas tienen sentido. Cuando se le vuelva a ocurrir algo muy aberrante o pecaminoso, Sinclair, cuando desee de pronto matar a alguien o cometer no sé qué monstruosidad inconmensurable, piense un momento que es Abraxas el que está fantaseando en su interior. El hombre a quien quiere matar nunca es fulano o mengano; seguramente es sólo un disfraz. Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que se encuentra en nosotros mismos. Lo que no está dentro de nosotros mismos no nos inquieta.
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Vivo en mis sueños y tu lo haz notado. El resto de la gente también vive en sueños, pero no en los propios
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¡Oh, estás completamente equivocado! Sólo se pueden desarrollar las fuerzas interiores si uno es completamente casto
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El que quiera andar por el camino superior de la espiritualidad, tiene que mantenerse puro. ¡No cabe duda!
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Cada hombre tiene que dar una vez el paso que le aleja de su padre, de su maestro; cada cual tiene que probar la dureza de la soledad, aunque la mayoría de los hombres aguanta poco y acaba por claudicar
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En estos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una «misión», pero ésta no podía ser elegida, definida, administrada a voluntad. Era un error desear nuevos dioses, y completamente falso querer dar algo al mundo. No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir
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Por primera vez en mi vida el mundo exterior coincidía perfectamente con mi mundo interior. Cuando esto sucede es fiesta para el alma y merece la pena vivir
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Al puerto nunca se llega -dijo amablemente-. Pero cuando los caminos amigos se cruzan, todo el universo parece por un momento el puerto anhelado
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Sí, hay que encontrar el sueño de cada uno, entonces el camino se hace fácil. Pero no hay ningún sueño eterno; a cada sueño le sustituye uno nuevo y no se debe intentar retener ninguno
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El amor no debe pedir -dijo-, ni tampoco exigir. Ha de tener la fuerza de encontrar en sí mismo la certeza. En ese momento ya no se siente atraído, sino que atrae él mismo
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No me estaba concedido vivir en la abundancia y el placer; mi destino, era la pena y la inquietud
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La cura fue muy dolorosa. Todo lo que me sucedió desde aquel día fue doloroso. Pero, a veces, cuando encuentro la clave y desciendo a mi interior, donde descansan, en un oscuro espejo, las imágenes del destino, no tengo más que inclinarme sobre el negro espejo para ver mi propia imagen, que ahora se asemeja totalmente a él, mi amigo y guía
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